Artefactos, cosas de la cultura
Nacemos en un mundo pleno de artefactos[1]. Desde los albores de la
humanidad, los artefactos −su producción, transformación...− nos definen como
seres humanos. Muchos artefactos nos preexisten y conforman el paisaje en el
que hemos nacido y nos hemos criado. El bebé con su chupete, su ropita, su cuna
y demás, a diferencia de los animales, aparece en este espacio y en este tiempo
bullente de artefactos; su presencia, sus sonidos, nuestra preocupación por
ellos van configurando el espacio tecnológico cotidiano de tal manera que
podríamos decir que inmediatamente naturalizamos
lo artificial.
En esencia, no hay diferencias
que no se refieran a la cantidad e intensidades, fenómenos similares sucedieron
en todas las épocas. Artefacto que un día aparece[2], irrumpe, sorprende, quizá
atemoriza, mañana es cosa de todos los días. Pensemos en los celulares, las
computadoras y, retrocediendo, los aviones, autos, arcabuces, arco y flecha...
Señores mayores que evitaban el contacto con el endemoniado control remoto
cuando cambiaron el televisor, hoy se adueñan del mismo y acarician sus botones
como a la panza de un cachorro...
Pero se verifica un fenómeno
poco menos que extraño: existe
la sensación generalizada de la perennidad de los artefactos en los niños y en
no pocos adolescentes. Como regla general, reconocen que “no siempre hubo” tal
o cual artefacto, pero los procesos de aparición les son esquivos. Los
artefactos no parecen ser vistos como productos culturales. Antes bien, el
mundo cultural −escuela incluida− prefiere demonizarlos. Que lo acomode
fulano que entiende de esto, yo lo uso
pero cuando no anda no sé, estos aparatitos nuevos los maneja mi hijo que vos
vieras cómo les agarró la mano, yo me siento de otra época con todo esto y
mucho más.
Sin embargo, la creación de artefactos sí constituye un
evento cultural en tanto se ven involucradas aquellas necesidades, búsquedas,
deseos, de una comunidad humana que excede el mero concepto de invento, que
pareciera domina la visión más generalizada. Las técnicas y tecnologías como
producción humana situada, estructurada por el espacio y el ritmo del tiempo en
que se generan merecen ser consideradas como tales.
Las discusiones de tipo epistemológico acerca de
definiciones precisas de técnica y tecnología como expresiones particulares o
Técnica y Tecnología como grandes áreas de producción humana no han terminado
y, en cierta forma, definen los grandes debates de Tecnología o Educación
Tecnológica como área curricular en la escuela. Sin embargo, es necesaria una
cierta precisión al momento de emplear estos términos en su versión más
acotada; es decir, al hablar de una técnica o una tecnología particular.
Según Abel Rodríguez de Fraga: “Entiendo por una técnica, a
la unidad morfológico-funcional integrada por uno o más soportes (cuerpos y
artefactos), por los programas de acción movilizados y por los conocimientos
puestos en juego por los individuos participantes. Esta estructura,...
corresponde a la de la mínima unidad técnica donde se expresa el sistema
hombre-artefacto. Se diferencia del enfoque tradicional en el cual un artefacto
aislado puede llegar a ser concebido como capaz de llevar a cabo una acción
técnica. El concepto de (una) técnica, no alude a un sistema material sino a la
estructura simbólicofuncional correspondiente, como debería ser entendida desde
un enfoque cibernético-constructivista.
En cambio denomino tecnologías,
siguiendo el criterio más empleado, a conjuntos de técnicas que comparten los
mismos fundamentos o principios como cuando se habla de las tecnologías
líticas, las tecnologías microelectrónicas, etc.”[3]
Las técnicas, estos programas de acción complejos,
siempre están orientadas a un fin, es decir son orientadas teleonómicamente.
Este es un rasgo esencial que se debe tener en cuenta al mirar las técnicas. Se
podría decir que muchas veces nuestra formación escolarizada (y la de muchos
especialistas) nos propone el enfoque causa-efecto del análisis científico
cuando queremos adoptar una postura (una vez más) “científica” sobre cierto
artefacto ignorando el aspecto funcional. Esto se opone a la más básica de las
preguntas ante un artefacto nuevo que se nos presenta: “Y esto, ¿para qué sirve?” Lo mismo vale para las
técnicas. Pregunta esencial: ¿para qué? Cada técnica individual debe responder
a esta pregunta sobre los propósitos.
Una primera y fundamental distinción, entonces, se puede
hacer sobre las miradas. Si bien se trata de una simplificación, nos ayudará a
percibir los rasgos esenciales de estas miradas.
Elementos para pensar el ritmo y el movimiento en sistemas
técnicos
El movimiento es propio de los sistemas
técnicos, no existe sistema técnico en que no se verifique, desde los sistemas
mecánicos en los que el movimiento constituye su razón de ser en tanto se busca
por medio de sus transformaciones constituir sistemas que ejecuten
modificaciones en determinados materiales, hasta los sistemas informáticos
microeléctrónicos, donde se encuentra subyaciendo en todo el sistema
distribuyendo flujos de energía e información, todas tecnologías descansan en
el movimiento.
El ritmo, esa organización del tiempo que se
percibe como estructura, permite establecer diferentes grados y perspectivas de
análisis. Ritmo de producción, ritmo acelerado de desarrollo tecnológico, el
ritmo en la frecuencia de un reloj de computadora, el ritmo en la liberación de
gases, en las mediciones equiespaciadas.
Así pues no estamos exagerando los hechos
cuando sugerimos que los monasterios -en un momento determinado hubo 40.000
hombres bajo la regla benedictina- ayudaron a dar a la empresa humana el latido
y el ritmo regulares colectivos de la máquina; pues el reloj no es simplemente
un medio para mantener las huellas de las horas, sino también para la
sincronización de las acciones de los hombres… El reloj, no la máquina de
vapor, es la máquina clave de la moderna edad industrial[4].
Continuidad
La técnica se inicia con el hombre,
constituye un proceso evolutivo a través del cual las técnicas más recientes
proceden de las anteriores. Se apoyan en saberes empíricos avanzando
generalmente por ensayo y error. Los saltos o mutaciones que experimenten ante
el aporte de las ciencias no impiden la existencia de un proceso técnico.
En cada momento histórico, y muchas veces
limitadas a un cierto territorio, las técnicas existentes interactúan entre sí
condicionándose mutuamente, ya sea a través de refuerzos o interferencias,
constituyendo redes dinámicas que caracterizan a cada zona y a cada época.
Cambio
Sin embargo, cuando decimos que las técnicas
van evolucionando, notamos la presencia de cambios. Solemos escuchar hablar de
grandes inventos que han cambiado la historia, como la imprenta, la máquina de
vapor, la pila eléctrica, etc. pero es raro escuchar el comentario de cómo el
pelapapas
Muchos de estos cambios se verifican como
innovaciones y adaptaciones de sistemas preexistentes –tanto artefactos como
procesos- que constituyen el sostén conceptual de lo nuevo.
Las adaptaciones constituyen usos de un
artefacto en funciones distintas a las que fueron concebidos, pero también, y
por sobre todo, la presencia de cambios en artefactos existentes para
satisfacer demandas del medio.
Las innovaciones consisten la incorporación
de novedades, asociadas a incorporación de nuevas funcionalidades o de
aplicación de desarrollos científicos a los artefactos.
Duración y
Permanencia
Las tecnologías existentes proceden como
dijimos de desarrollos evolutivos que interactúan según las condiciones
temporoespaciales y culturales del entorno. Suele concebirse a la Tecnología como una marcha lineal y ascendente
donde cada nueva tecnología, dejando atrás a las otras (y sobre todo a los
otros) vinculadas a ellas, fuera construyendo "el progreso". Así se
naturaliza la idea de que habría tecnologías que superan y triunfan sobre
otras, cuando esto quizás solo sea aplicable a los colectivos sociales que
compiten produciéndolas y, en general, a la matriz darwiniana que ostentan la
mayor parte de las sociedades contemporáneas. En ese contexto, también el
lenguaje pareciera haberse puesto al servicio de esta confusión. La sola
mención de que la educación promueva la enseñanza de "las nuevas
tecnologías" se traduce automáticamente en una referencia a las
tecnologías de la información y de la comunicación (más conocidas en todo el
mundo como "TIC") y no a otras tecnologías igualmente relevantes.”
Es claro que las bases tecnológicas
persisten, las funciones que suelen realizar los seres humanos van
transfiriéndose a los artefactos. Las técnicas básicas de tratamiento de
materiales (tracción, compresión, corte, taladrado, torsión, etc.) persisten
aunque se desarrollan de manera diferente conforme a la generación de
procedimientos en los que ciertas funciones se van transfiriendo a los
artefactos (aporte de energía, control, etc.).
No se conocen técnicas o artefactos que se
desarrollen prescindiendo de las tecnologías anteriores, por lo que constituye
una falacia conceptual el sepultamiento discursivo que sufren los sistemas de
técnicas que sustentan las actuales tecnologías.
Sincronía
y diacronía
Los sistemas técnicos no escapan a la
diversidad cultural, pero tampoco a la diversidad económica vigente en el mundo
actual. Mientras asistimos, como podemos a la generación exponencial de
productos tecnológicos de última generación, tenemos comunidades que viven
prescindiendo aun de lenguaje escrito y de técnicas de generación de energía
que suplanten la tracción a sangre. En una misma región del país coexisten
formas y sistemas de producción completamente diferentes o sustentados en
diferentes tecnologías. Piénsese por ejemplo en la panificación, desde el horno
de barro a los sistemas automatizados más sofisticados. Puede sugerir esto que
el segundo elemento pertenezca a una tecnología superior porque se realiza una
producción masiva en tiempos optimizados. Si bien esto es cierto, no invalida
que el uso de estas tecnologías produce nuevos problemas que están lejos de
solucionarse.
Pensar técnicamente supone distinguir medios
de fines anticipando éstos últimos a través de: en primer lugar, crear una
estrategia a nivel de proyecto para luego llevarla a su ejecución. Para ello es
necesaria una organización social que exige una diferenciación de roles y
funciones constituyendo así la llamada fase instrumental.
La tecnología centra su atención en el cambio
técnico, es decir, en el cambio del modo de hacer las cosas, los artefactos que
se usan, los gestos que se emplean. Cambios en cantidad, en tamaño, en
ubicación, etc.
Esta manera de estudiar las técnicas coincide
con la idea piagetiana en que la acción es la que organiza y no la percepción,
ya que las estructuras de los artefactos son en función de las acciones. De
esta manera, si se es capaz de analizar las acciones, pueden transferirse, es
decir, delegarlas en otras personas o en nuevos artefactos.
Aquí es necesario enfatizar que, a medida que
se transfieren conocimientos a los artefactos, éstos se complejizan y a su vez
se simplifican las acciones. Esto sólo es posible desde un enfoque sistémico de
las técnicas, sistemas cuyos cambios se orientan a lograr mayor eficiencia,
aunque es preciso destacar que la mayor complejidad en el artefacto genera una
pérdida de la visión global del funcionamiento y desconocimiento de la función de las partes
en los usuarios.
La técnica es entonces, en principio, una capacidad
de resignificar las cosas que nos rodean y la tecnología deja de ser una
aplicación de conocimientos científicos y se perfila como una transferencia
gradual de los sistemas corporales a las máquinas. La educación tecnológica
debe tener como uno de sus objetivos centrales promover la toma de conciencia
de esta realidad dando cuenta del modo en que la aceleración del ritmo de
producción técnica hace necesario distinguir, para promover, el uso de
tecnologías convenientes, de aquellas que han producido y provocan cambios
medioambientales de tal magnitud que aunque se reduzca drásticamente la razón
de crecimiento de producción, las consecuencias sean tan difíciles de reparar
que ponga en riesgo las condiciones vitales del planeta.
[1] Artefacto: (Del lat. arte
factus, hecho con arte). m. Obra mecánica hecha según
arte [siguiendo técnicas].
[2] En este trabajo aparición no indica momento y lugar de
invención sino la irrupción de un artefacto en una comunidad determinada, es
decir, el momento en que su presencia comienza a modificar la conducta de los
sujetos que de alguna manera se relacionan con él.
[3] Ob.
Cit.
[4] Mumford,
Lewis. Técnica y civilización.
¡Era hora!
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